Marzo / 2009
Queda claro que el dolor es el enemigo de la medicina, y que un médico debe hacer lo que esté a su alcance para aliviar la agonía del enfermo terminal. Sin embargo, ¿esto justifica la eutanasia?, y si no, ¿qué otras soluciones hay para aliviar su sufrimiento? ¿Hay que darle al enfermo tratamiento aunque ya no tenga caso?, ¿dejarlo morir en dolor? ¿Qué papel debe tomar la ciencia médica: acelerar la muerte, darle tratamiento sin sentido u ofrecer cuidados paliativos? Para dar respuesta a estas interrogantes, en una entrevista por demás interesante, los médicos Carlos Fernández del Castillo, director del Centro Mexicano de Ginecología y Obstetricia; María de LA MUERTE PROVOCADA La eutanasia, por sus raíces en griego, significa morir sin sufrimiento. En este sentido, según el doctor Fernández del Castillo, si nos apegamos a su estricto significado etimológico, se podría afirmar que una persona que muere mientras duerme, sin dolor, muere en eutanasia. No obstante, de acuerdo con la doctora María de Tomando esto en consideración, según Fernández del Castillo, la eutanasia activa ocurre cuando se le proporciona al enfermo algún veneno u otro fármaco para ocasionar o acelerar su muerte. Por otro lado, la eutanasia pasiva consiste en "no hacer nada cuando todavía se puede hacer algo por el enfermo", a fin de poner término a su vida. No obstante, no todo descuido o falta de tratamiento se puede considerar eutanasia. La clave de la eutanasia reside en la intención: el deseo de poner fin a la vida del enfermo para evitar la agonía. De acuerdo con la doctora Casas, si éste es el propósito del médico, del encargado del paciente o del enfermo mismo, entonces se trata de eutanasia. Por otro lado, si el enfermo muere por simple falta de cuidados o de tratamiento, sin una clara intención por parte del médico de provocar su muerte, entonces se trata de otro tipo de delito o falta médica. "Si tuvo intención de matarlo será eutanasia, si no, será mala práctica con el delito de abandono del paciente", afirmó. En este sentido, para evitar caer en el abandono o en la eutanasia, ¿es necesario darle tratamiento continuo a un enfermo, aún cuando ya no tenga caso? ¿Qué tipo de tratamientos hay que darle? ENSAÑAMIENTO TERAPÉUTICO, TRATAMIENTO SIN SENTIDO El pasado martes 25 de noviembre, el Senado aprobó la ley de "muerte digna", en la cual se establece que un enfermo terminal puede elegir finalizar sus tratamientos extraordinarios, abandonar las instalaciones médicas, y dar paso a una terapia del dolor o de cuidados paliativos, a fin de morir con dignidad. Este dictamen tiene como objetivo evitar lo que se conoce como ensañamiento terapéutico. De acuerdo con el doctor Guillermo Cantú, el desarrollo de la tecnología en la ciencia médica puede resultar muchas veces en una deshumanización de la medicina: muchos enfermos terminales son sujetos a un exceso de procedimientos, a veces experimentales, que no les permite vivir el tiempo que les queda en paz y en compañía de sus familiares. Según el especialista, el ensañamiento terapéutico ocurre cuando el médico, en afán de lucro o en busca de más conocimiento, somete al enfermo terminal a tratamientos extraordinarios desproporcionados sin su consentimiento, los cuales no cambiarán ni mejorarán su estado. Para comprender este concepto es necesario diferenciar medios ordinarios y extraordinarios. Existen cuidados mínimos a los cuales tiene derecho un paciente, y se conocen como cuidados ordinarios. Estos están encaminados a proveerle un bienestar general que le permita sobrellevar su enfermedad. Según el doctor Fernández del Castillo, el tratamiento ordinario comprende: hidratación, alimentación, higiene, atención, cuidados paliativos, ropa y cuidados que eviten el ruido. A estos, la doctora Casas añadió el control de la temperatura y la cobertura con antibiótico de amplio espectro. Ambos especialistas afirmaron que los medios ordinarios, por ley, no se le pueden negar a ningún enfermo. En caso de que se le supriman con una intención de provocar su muerte, se estaría incurriendo en eutanasia pasiva. Si se le niegan por simple descuido, los médicos cometerían una falta por abandono del paciente. Por su parte, el doctor Guillermo Cantú afirmó que los tratamientos extraordinarios son aquellos que comprenden elementos artificiales como ventiladores y demás aparatos, de los cuales los pacientes dependen permanentemente para realizar procesos fisiológicos, como respirar. Los medios extraordinarios, según Fernández del Castillo, también engloban a los tratamientos económicamente inviables para la familia del enfermo, así como traslados innecesarios. Un exceso de ellos trae como consecuencia el ensañamiento terapéutico. En varios medios de comunicación se afirmó que con la ley de "muerte digna", el Congreso había aprobado la eutanasia pasiva, al equipararla con los cuidados paliativos o tratamientos para aliviar el dolor. No obstante, según el doctor Guillermo Cantú esta equiparación es incorrecta, pues no son lo mismo. Los cuidados paliativos o de manejo del dolor son parte de los medios ordinarios a los cuales tiene derecho cualquier paciente. En este sentido, la ley recientemente aprobada está encaminada a la suspensión de tratamientos extraordinarios, no de los ordinarios. La "muerte digna" de la que se habla en este proyecto de ley, le da la opción al paciente de elegir quedarse con los cuidados mínimos, así como con una terapia paliativa. No pretende provocar la muerte del enfermo y, por lo tanto, no es eutanasia. "La ley que acaban de aprobar el Senado no tiene ese sentido (de eutanasia), y es de felicitarse", afirmó Cantú. EL ALIVIO Y CONSOLACIÓN, DEBERES DE UN MÉDICO Si la muerte digna no es sinónimo de eutanasia o de tratamientos desproporcionados, entonces, ¿qué se debe hacer con un enfermo terminal para permitirle morir dignamente? El doctor Fernández del Castillo afirmó que es necesario apegarse a lo que la ciencia bioética dice al respecto: dar tratamientos ordinarios y cuidados paliativos, y someterlo sólo a aquellos procedimientos que garanticen un resultado en la mejora del paciente. Asimismo afirmó que el médico también tiene el deber, no sólo de aliviar el sufrimiento, sino de consolar al paciente, de evitar la soledad. Al respecto, el doctor Cantú afirmó que el problema no es el dolor, pues este tiene un sentido. El verdadero conflicto es la indiferencia y la falta de cuidado a un enfermo. "No pienso que la eutanasia sea la solución, lo que están reclamando los pacientes es atención", concluyó.
«La humildad es el altar sobre el cual quiere Dios que se le ofrezcan los sacrificios» |
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