Juni / 2009 Mientras de En el mismo intervinieron Franco Frattini, ministro de Exteriores de Italia; Amre Moussa, secretario general de "Nos apremia la paz --dijo al inicio del debate el moderador Mario Mauro, vicepresidente del Parlamento Europeo--. Es el ansia del corazón de la persona humana". En su intervención, Frattini subrayó la necesidad de una nueva elaboración del concepto de paz, no entendida ya como "ausencia de guerra" sino como "garantía de acceso de todos al disfrute de los derechos fundamentales de la persona". Por este motivo --afirmó-- se hace fundamental un diálogo respetuoso del interlocutor, sin por esto deber "aguar los propios valores": "Debe prevalecer la inviolabilidad de cada persona como condición imprescindible para el diálogo, que no puede llevar a cede cuando se trata de los valores absolutos". "Hoy en cambio corremos el riesgo del pensamiento débil que atenúa el remitirse a las propias raíces --advirtió--. Pero la renuncia de los valores es sólo un gesto de falta de sinceridad". Al tomar la palabra, Amre Moussa recordó en cambio el deber de todos de "no caer prisioneros de las franjas extremistas y del choque de civilizaciones": "Nos corresponde a nosotros oponernos a todos los comportamientos destructivos, a todas las realizaciones violentas". Moussa habló luego de la importancia de una ética del desarrollo en nombre de la igual dignidad de la persona, porque ayudar al Tercer Mundo a volver a surgir quiere decir también rechazar las disparidades y las injusticias que dividen a los diversos pueblos. El secretario general de Por esto, subrayó la importancia de crear un Estado palestino, al menos antes de finales de este año, y de entablar "normales relaciones con Israel en el contexto de un acuerdo general de paz que restablezca las fronteras". "La ciudad de Jerusalén debe ser la ciudad de la paz, la ciudad de todos y para todas las religiones --afirmó--. Y el objetivo es tener en Jerusalén la capital de ambos estados". En su intervención, el cardenal Tauran precisó que "las religiones son factores de paz", entendida como "reflejo de la armonía divina", aunque la paradoja que se vive hoy es que "las religiones dan miedo por las acciones de algunos creyentes que han traicionado la propia fe". "Las injusticias, las enfermedades, las guerras de todo tipo --dijo el purpurado- no son una fatalidad, sino la consecuencia de todos nuestros egoísmos (personales y colectivos", de nuestra ignorancia, de nuestros errores no reconocidos, de nuestra incapacidad de extraer enseñanza de las experiencias --positivas y negativas-- del pasado". En el camino para la reconciliación entre los pueblos, dijo, "¡la solidaridad es una prioridad! ¡No hay paz sin justicia! Todas las religiones invitan a sus seguidores a la compasión: un creyente no puede ser indiferente ante el hombre que sufre o que es víctima de quien es más fuerte que él". En este contexto, añadió, "la educación para la paz, que empieza en la familia y en la escuela, es la mejor de las estrategias para segurar la tranquilidad y la armonía de mañana". "Por tanto, los responsables religiosos tienen el deber de indicar la vía a emprender para dar a cada uno la posibilidad de elegir, con libertad y responsabilidad, la vía justa". A continuación observó que a menudo se infravalora el patrimonio espiritual de la oración que une a los fieles de las diversas religiones. "He aquí por qué soy del parecer --dijo-- de que los creyentes tienen la misión de ser protagonistas de una verdadera y concreta 'pedagogía de la paz', es decir: primado de la persona humana sobre el Estado y sobre la organización económica de la sociedad; especial atención a la justicia; rechazo de la guerra como medio para resolver las controversias entre estados; primado del derecho sobre la violencia". Es vital, observó, el diálogo interreligioso sobre las recíprocas identidades y especificidades, y el compromiso común de todos los fieles de "movilizar las conciencias para que los hombres comprendan al fin que no podemos ser felices los unos sin los otros y ciertamente ¡nunca los unos contra los otros!". "Al final --subrayó el cardenal Tauran--, basta recordar que Dios sigue diciendo a los hijos de Abraham: 'No matarás', 'ama al prójimo como a ti mismo', 'tu religión no es auténtica si tú no deseas al otro lo que deseas para ti mismo'". "Es un mensaje que la humanidad necesita, especialmente los jóvenes, aquí tan numerosos --concluyó--. A estos jóvenes, demasiado a menudo herederos sin herencia y constructores sin modelos, debemos dar o devolver el gusto de vivir y de vivir juntos".
"Envejecer es el unico medio de vivir más tiempo" |
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