domingo, 28 de febrero de 2010

Gómez Mont, no fueron las alianzas

 

Por: José Manuel Ortiz Rodríguez

Febrero / 2010

 

Luego del anuncio de la alianza del PAN y el PRD en Oaxaca, la nota de estos días es la renuncia al PAN de Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, e hijo de uno de los fundadores del partido del Presidente Calderón.

 

Lo relevante de la nota no es que un miembro del gabinete renuncie a su militancia partidista y, por ende, a sus aspiraciones a ser candidato a la presidencia.

 

Lo relevante hubiera sido que Gómez Mont abandonara el partido político en el que militó toda su vida por una cuestión de principios y de congruencia al no estar de acuerdo con las alianzas que se están fraguando con partidos ideológicamente contrarios al PAN, lo cual se hubiera entendido si hubiera anunciado su renuncia al llevarse a cabo las primeras alianzas.

 

Lo relevante, e inquietante, es que el secretario de Gobernación renunció al PAN porque se comprometió a evitar las alianzas entre el PAN y el PRD como moneda de cambio para la mal llamada "Reforma Fiscal".

 

Ahora, como si no tuvieramos suficiente inmobilidad política y legislativa para aprobar las anheladas reformas estructurales, esta noticia anuncia el rompimiento entre el Gobierno de la República y la mayoría del PRI en el Poder Legislativo. Una vez más, los necesarios cambios para hacer más competitivo al país deberán esperar.

 

Más relevante resulta el hecho de que se haya supeditado un asunto de interés nacional a la agenda del PRI, lo cual no puede ser aceptable bajo ningún motivo.

 

Si bien es cierto que Oaxaca tiene uno de los niveles más altos de marginación y, por ende, requiere de un mayor aporte financiero de la federación, no se entiende cómo se pudo considerar el asunto de las alianzas en la negociación de la "Reforma Fiscal". Simplemente, no se ve la relación entre las finanzas públicas federales y asuntos electorales locales, menos aún que intereses particulares estén por encima de las necesidades del país.

 

La pregunta es: ¿a nombre de quién, y con qué fines negocian nuestros políticos?, ¿las aspiraciones políticas o intereses locales pueden estar por encima de los intereses de la sociedad? ¿Cuando se reúnen a negociar realmente consideran el bien común o el bienestar de los mexicanos?

 

Las elecciones de 2009 representaron un repunte muy importante en la votación a favor del PRI y, por ende, en su objetivo de regresar a Los Pinos, lo que no se puede conceder es que se utilice ese voto para asuntos que no tienen que ver con la función que se supone deben desempeñar los diputados y senadores, que es legislar para todos. Si bien no les podemos pedir a los políticos que dejen de serlo cuando asumen una responsabilidad pública, sí les podemos exigir es que cumplan con el mandato inherente a su nombramiento.

 

Al final de cuentas, los ciudadanos nos encontramos prisioneros de los intereses de grupos que pretenden acceder, mantener o recuperar el poder, y el ejercicio del poder, que debería de ser un medio para mejorar las condiciones de vida de la sociedad, se convierte en el fin último, al que se supedita la búsqueda de soluciones del bienestar de la nación.

 

 

 

«El hombre sin honra peor es que un muerto»

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