jueves, 11 de noviembre de 2010

“La teoría de las ventanas rotas”

Por: Antero Duks

Noviembre / 2010


  En  1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Philip  Zimbardo realizó un experimento de psicología  social.

 

 Dejó  dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la  misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx,  por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el  otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California.  Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones  muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología  social estudiando las conductas de la gente en cada  sitio.

 

 Resultó  que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser bandalizado  en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el  radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no,  lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se  mantuvo intacto.

 

 Es  común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución  en la que coinciden las posiciones ideológicas más  conservadoras, (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el  experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto  abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto  llevaba una semana impecable, los investigadores decidieron  romper un vidrio del automóvil de Palo Alto, California. El  resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx  de Nueva York y el robo, la violencia y el vandalismo  redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio  pobre.

 

 ¿Por  qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario  supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso  delictivo?.

 

 No  se trata de pobreza. Evidentemente  es algo que tiene que ver con la psicología, el  comportamiento humano y con las relaciones  sociales.

 

 Un  vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de  deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo  códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas,  de reglas, como que todo vale nada. Cada nuevo ataque que  sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la  escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible,  desembocando en una violencia irracional.


 
 En  experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling)  desarrollaron la "teoría de las ventanas  rotas",  misma que desde un punto de vista criminológico concluye que  el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la  suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

 

 Si  se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo  repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una  comunidad exhibe signos de deterioro, y esto es algo que  parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el  delito. Si se cometen "esas pequeñas faltas" como estacionarse  en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse  una luz roja y estas pequeñas faltas no son sancionadas,  entonces comenzarán a desarrollarse faltas mayores y luego  delitos cada vez más graves.

 

 Si  los parques y otros espacios públicos son deteriorados  progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos  lugares serán abandonados por la mayoría de la gente (que deja  de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos  mismos espacios abandonados por la gente serán progresivamente  ocupados por los delincuentes.

 

 La  respuesta de los estudiosos fue más contundente aun, indicando  que, ante el descuido y el desorden, crecen muchos males  sociales y se degenera el entorno.

 Tan  solo vea un ejemplo en casa: si un padre de familia deja que  su casa tenga algunos desperfectos, como falta de pintura de  las paredes en mal estado, malos hábitos de limpieza, malos  hábitos alimenticios, malas palabras, falta de respeto entre  los miembros del núcleo familiar, etc., etc., etc., entonces  poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones  interpersonales de los familiares y comenzarán a crear malas  relaciones con la sociedad en general y quizá algún día  llegarán a caer en prisión.

 

 Esa  puede ser una hipótesis de la descomposición de la sociedad  mexicana, la falta de apego a los valores universales,  la falta de respeto de la sociedad entre sí, y hacia las  autoridades (extorsión y soborno) y viceversa, la corrupción  en todos los niveles, la falta de educación y formación de  cultura urbana y la falta de oportunidades, ha generado  un país con ventanas rotas, con muchas ventanas rotas y nadie  parece estar dispuesto a repararlas.

 

 La  solución a este problema yo no la tengo, pero he  comenzado a reparar las ventanas de mi casa, estoy  tratando de mejorar los hábitos alimenticios de mi familia, le  he pedido a todos los miembros de la familia que evitemos  decir malas palabras delante de nuestros hijos, también hemos  acordado no mentir, ni siquiera mentiras pequeñas, porque  no hay mentiras pequeñas, ni grandes, una mentira es  una mentira y punto, hemos acordado aceptar las  consecuencias de nuestros actos con valor y responsabilidad,  pero sobre todo dar una buena dosis de educación a nuestros  hijos, con esto y con la ayuda de Dios espero comenzar a  cambiar en algo lo que antes hubiera hecho mal, he soñado que  los míos algún día repitan esto el día de mañana,  con la finalidad de que los hijos de mis hijos, o los  nietos de mis hijos vean algún día, un nuevo México, un México  sin ventanas  rotas.






 



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