lunes, 1 de noviembre de 2010

Mujeres en política, pilares del hogar

 

Por: René Mondragón

Noviembre / 2010

 

Después de ver el grado de estulticia y las supinas actitudes del naco-debate sostenido por el petista Gerardo Fernández Noroña en el recinto de San Lázaro, durante la frustrada comparecencia del secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, al cambiar de canal, me topé con un discurso de Su Santidad Benedicto XVI sobre una mujer hecha santa desde la tarea política: Brígida de Suecia, esposa de Ulf, gobernante en aquel país.

 

 

Su semblanza

 

La presencia de Brígida de Suecia sigue teniendo una vigencia extraordinaria en nuestros días. Casada durante 28 años, fue madre de ocho hijos entre los que, por cierto, su hija Karin, actualmente es venerada como santa también.

 

En principio, este hecho nos refiere directamente hacia el compromiso educativo de Brígida. Un compromiso inicial y directo que comienza con sus propios hijos.

 

Nos llama la atención también por una vertiente muy de Brígida: una especie de sabiduría pedagógica que fue percibida y valorada por el Rey de Suecia.

 

Estos niveles de competencia y su capacidad para lo que hoy podríamos denominar como su "coaching", fue notable, al grado de que por esa razón fue convocada a la Corte Sueca por un tiempo, para enfocar sus habilidades de liderazgo y "coach" en la formación y entrenamiento de Blanca de Namur, esposa del Rey Magnus.

 

 

Mujer adelantada a su tiempo

 

En atención a sus numerosas responsabilidades, Brígida destacó por su fortaleza espiritual; por sus estudios de la Escrituras y por los atributos de su liderazgo carismático y positivo, con el que influenció y formó a su familia, dando paso a una eficaz "iglesia doméstica".

 

El hecho es relevante porque además de trabajar, como muchas mujeres lo hacen hoy en día, Brígida tenía obligaciones específicas en tareas de la Corte, amén de la atención particular hacia la propia familia.

 

 

A favor del desarrollo social y la solidaridad

 

Los ejes estratégicos de sus políticas públicas se sustentaron en algunos elementos vitales: en principio, adoptar la Regla de los Terciarios Franciscanos. Un segundo eje, no menos importante, lo hizo consistir en la realización continuada de obras de beneficio social, especialmente a favor de los indigentes.

 

Este pensamiento convertido en acciones concretas, la llevó a fundar un hospital especializado. No fueron solamente expresiones, discursos y buenas intenciones.

 

A fin de fortalecer la espiritualidad de su matrimonio, Brígida y su esposo Ulf, decidieron vivir a plenitud la castidad conyugal como sendero precioso a la santificación de ambos sostenida por las gracias particulares del sacramento del matrimonio.

 

 

Candil de la casa y luz para el mundo

 

Si vale el juego de palabras, Brígida de Suecia -vale la pena subrayarlo- es una mujer extraordinaria, dotada por una exquisita sensibilidad, delicadez y dulzura, que hizo posible que su esposo abrazara al lado de ella caminos de trascendencia, al tiempo de generar un testimonio valioso para la propia familia.

 

Brígida de Suecia, sin duda alguna, aceptó el desafío ultra terreno de dar testimonio como esposa; de evidenciar con su ejemplo la extraordinaria belleza del matrimonio, cuando esta unión asimila y hace propios los valores de amor, ternura, ayuda recíproca, fecundidad para abrirse a la vida; amor, visión e intenso trabajo para educar a los hijos.

 

Destaca su visión de la sociedad y su espíritu fuerte y solidario a favor de quienes menos oportunidades tenían en su tiempo, a la vez que esto le representó un reto adicional: participar en la solución y respuesta a los distintos problema de su época.

 

 

Metodología de su fortaleza

 

El procedimiento de Brígida para fortalecerse interiormente fue bosquejado durante su segunda etapa de vida: profundizar en la meditación y la vida de oración; hacer penitencia y realizar obras fecundas a favor de los más pobres.

 

Es interesante apreciar que Brígida jamás pidió acceder a alguna congregación religiosa. Su vida fue de una mujer laica que se estableció en el monasterio de Alvastra. Ahí dictaría sus ocho libros titulados "Revelaciones" y un suplemento. Es asombroso entender que los libros armados y dictados por ella fueron el fruto de una serie de revelaciones divinas que la acompañarían durante el resto de su vida. Esos libros fueron traducidos a varios idiomas.

 

 

Capacidad de gestión

 

Sin duda, Brígida asumió una visión ampliada de su tarea temporal. Quiso fundar una congregación con una rama femenina y otra para hombres, en la que se evidenciaba su enorme impulso a la participación de la mujer, con total respeto a la Cátedra de Pedro.

 

La tarea no fue limitada a ello. Es necesario recordar que en aquella época, los pontífices se habían visto en la necesidad de abandonar Roma, para asentarse en Aviñón, Francia. Su capacidad de gestión la llevó a dirigirse a ellos para suplicar y gestionar –encarecida, filial, pero firmemente- que volviesen a la sede de Pedro en la llamada Ciudad Eterna. Nos parece que tuvo éxito, aún cuando murió antes de que el Papa Gregorio XI regresara a Roma.

 

Lo asombroso es que Brígida realizó toda esta visión como mujer en la vida política de Suecia, en el Siglo XIV. Por ello, Juan Pablo II la nombró "Co-patrona de Europa".

 

 

 



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