Quevir Roquedal G.
Las posadas se celebran justo nueve días antes de Navidad, en honor a los nueve meses en que la Virgen María estuvo encinta. Era de imaginarse que los mexicanos le inyectaríamos nuestro sabor, nuestro folclor, nuestro ingenio a la Navidad; uno que haría que desde mediados de diciembre se honrara a Jesús de Nazaret.
Hace muchos, muchos años, una pareja errante deambulaba en busca de un lugar donde dormir. Según nos cuenta el Evangelio de San Mateo (1, 18-25), poco tiempo antes, el emperador Augusto había ordenado que se llevara a cabo un censo.
Fue así que el hombre llamado José y su esposa, María, quien estaba embarazada y en su seno llevaba al mismo hijo de Dios, hecho hombre, salieron de Nazaret rumbo a Belén para inscribirse y cumplir con la orden del emperador.
Andaban en busca de una morada, de alguien que les diera posada para tener al Niño, sin embargo, como el albergue se encontraba lleno, fueron acogidos en un pesebre, en un pobre establo, lugar en donde se dio el alumbramiento.
El nacimiento del niño Dios cambiaría el rumbo de la humanidad. Por ello, en pleno 2010, cuando éste se encuentra casi en su desenlace, seguimos recordando a la humilde familia del Portal de Belén.
Justamente para conmemorar su travesía es que cada año, en México, a partir del 16 y hasta el 24 de diciembre celebramos las ya tradicionales posadas; pero éstas tienen un gran significado con el que no todos estamos familiarizados.
COMIENZA UNA TRADICIÓN
La tradición comienza desde tiempos de los mexicas, cuando éstos a mediados del mes de diciembre conmemoraban el nacimiento de su dios Huizilopochtli, pero los evangelizadores españoles convirtieron la celebración pagana en una cristiana, al aprovecharla para enseñarles a los indígenas acerca del nacimiento de Jesús de Nazaret.
Fue Fray Diego de Soria quien obtuvo un permiso del Papa Sixto V para que en la Nueva España se celebraran las "Misas de Aguinaldo" del 16 al 24 de diciembre. Eran nueve misas que ofrecían una indulgencia plenaria a quien asistiera al novenario.
Éstas se llevaban a cabo en el atrio de las iglesias, donde además se realizaba una procesión con las imágenes de los Santos Peregrinos (María y José), para recordar su recorrido por Belén pidiendo posada y el rechazo que recibieron en varios lugares.
El camino era iluminado por las velas que llevaban los feligreses; posteriormente se rezaba el Rosario, se cantaban las letanías y la celebración culminaba con el estallido de fuegos artificiales, una piñata y una cena.
UNA FIESTA SOBRE LA CARIDAD
Las posadas, fiestas populares mexicanas, tienen el objeto de recordar ese peregrinaje de José y María. Dependiendo del lugar donde se celebren tienen aspectos característicos, pues son tan variadas como las costumbres que se dan en nuestro basto territorio.
No obstante, su esencia es la misma. A grandes rasgos, son festejos musicalizados con cánticos y villancicos, donde se reza el Rosario, se rompe una piñata de la que emanan todo tipo de dulces y colaciones. También hay aguinaldos, ponche, velas, luces de bengala y quién sabe, incluso hasta cena y obsequios.
Junto con el rezo del Rosario, el cual sirve para manifestar la alegría de la llegada de Jesucristo al mundo, y las respectivas reflexiones que hacen los presentes, uno de los momentos clave del evento es el hecho de "pedir posada".
Los asistentes se dividen en dos grupos, unos permanecen al interior de la casa; otros más en el exterior. Cada uno de los grupos, "equipados" con velas y los ya característicos "libritos de posada", cantan una clásica melodía; unos representan a los posaderos y otros a María y José.
Al son de "En el nombre del cielo os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada", y de" Aquí no es mesón sigan adelante yo no debo abrir no sea algún tunante", comienza un diálogo, mientras que en el ambiente se respira entusiasmo, fraternidad y alegría.
LO QUE HAY DETRÁS DE LA PIÑATA
Una posada sin piñata se siente incompleta, pero ésta no debe ser de cualquier tipo, sino una especial, que tenga siete picos, ya que cada uno de ellos representa a un pecado capital: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Y ésta con sus colores llamativos representa al demonio.
El valiente que se atreve a "pegarle" lo hace con lo ojos cerrados o tapados con una venda, la cual simboliza la fe. Además, estará "armado" con un palo, que representa la fuerza de Dios con la que se derribará al mal.
Por otro lado, el resto de los asistentes a la posada lo animarán en su gesta; ellos representan a la Iglesia Católica. Y al final, cuando se rompe la piñata, la colación que ésta contiene caerá, al igual que lo hace la gracia de Dios cuando cumplimos su voluntad.
Las posadas se celebran justo nueve días antes de Navidad, en honor a los nueve meses en que la Virgen María estuvo encinta.
Era de imaginarse que los mexicanos le inyectaríamos nuestro sabor, nuestro folclor, nuestro ingenio a la Navidad; uno que haría que desde mediados de diciembre se honrara a Jesús de Nazaret.
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